MANIFIESTO BISEXUAL BRASILEÑO


Luchamos. La lucha bisexual no es reciente ni silenciosa. Llevamos décadas luchando por nuestros derechos contra las numerosas opresiones que pretenden borrar nuestra existencia. Luchamos para vernos a nosotros mismos, cuidarnos y sentirnos orgullosos de lo que somos. El monosexismo impone una norma que privilegia a los monosexuales (heterosexuales, lesbianas y gays) sobre las personas bisexuales. De eso deriva la bifobia: la opresión social que tiene como objetivo la no-monosexualidad. Este sistema refuerza las oposiciones binarias y la norma cisheterosexual y machista, limitando las posibilidades del ser.


Existimos. Bisexuales son personas para las que el género no es un factor determinante de la atracción sexual o afectiva. No hay una forma correcta o incorrecta de ser bisexual, simplemente lo somos. Nuestra sexualidad existe plenamente y tiene su propia historia que nos permite estar aquí hoy, orgullosos de ser quienes somos. También somos negros, gordos, trans, personas con discapacidad, neurodivergentes, indígenas, pobres, intersexuales, viviendo con VIH/SIDA y de todas las regiones brasileñas. Somos más.


Enfrentamos. La violencia bifóbica tiene muchas formas. La bifobia hace aún más difícil y agotador salir del clóset a las personas importantes de nuestra vida, en los lugares de trabajo, de estudio, y más aún en el entorno familiar. Nuestros índices de salud mental y de abuso de alcohol y otras drogas son extremadamente preocupantes. Somos susceptibles de sufrir violencia conyugal y sexual con mayor frecuencia. En repetidas ocasiones, las personas bisexuales son etiquetadas de forma bifóbica como vectores de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS). Existe una asociación de la bisexualidad con un comportamiento patológico que nos convierte en "objeto de corrección" en los consultorios psicológicos y médicos. El número de intentos de suicidio de los bisexuales es tan alto que ignorarlo contribuye a nuestra muerte. Es inaceptable la existencia de la violación correctiva, que victimiza predominantemente a las mujeres negras, y que ocurre bajo el pretexto de la corrección de la sexualidad a través de la práctica de la violencia sexual contra quienes no están dentro de la cis y/o la heterosexualidad.


Rompemos. La bifobia opera de forma estructurada en todos los espacios de la sociedad, borrando, agrediendo y discriminando a la monodisidencia, término que se refiere a las personas para las que el género no es un factor determinante en su atracción sexual y/o romántica, como las personas bisexuales y otras no monosexuales. Esta supresión construye capas silenciosas de violencia que degradan el bienestar de las personas bisexuales. La heterosexualidad obligatoria se cruza con esta opresión, reprimiendo cualquier expresión o experiencia que disienta de la norma. Puesto que la atracción afectiva y sexual hacia un género distinto al nuestro forma parte de nuestra sexualidad, muchas personas bisexuales se entienden a sí mismas de este modo más adelante en la vida. Se nos niega el derecho a un autodescubrimiento alineado con el desarrollo de la infancia y la adolescencia.


Transgredimos. Los roles de género enyesados nos oprimen y dictan cómo y a quién debemos dirigir nuestro afecto y atracción. Se espera que las mujeres cis tengan una sexualidad centrada en los hombres cis heterosexuales, en la que nuestros deseos y prácticas existen para servir al otro; las relaciones entre mujeres cis son a menudo deslegitimadas y fetichizadas. Desde los hombres cis se nos carga con una masculinidad rígida y dominante, porque cualquier idea que escape a la heterosexualidad desmonta la figura del varón, como si todo hombre bi fuera, en el fondo, un gay en el clóset. Las travestis y las personas trans, en cambio, son tratadas como una mezcla desviada de género y sexualidad, como meros bichos raros, objetos sexuales, excluidos de cualquier conversación dentro de la norma social. El CIStema nos niega el derecho a la educación, al trabajo, a las oportunidades, a la vivienda e incluso el derecho a usar los baños, empeñandose en privarnos de lo más básico para sobrevivir, mientras experimentamos el terror en el sistema sanitario en su conjunto, provocando problemas de salud más que tratándolos.


Exigimos. Cuando los profesionales de la salud nos reciben en los servicios públicos y privados asumiendo que somos monosexuales, se hace evidente el control de nuestra sexualidad dictado por los estándares corporales y de género. El sistema sanitario no puede seguir negando nuestra existencia. Es urgente comprender las bisexualidades en los protocolos de atención y las prácticas de promoción de la salud y prevención de enfermedades. Exigimos que las políticas públicas garanticen nuestro acceso a la salud de forma universal e igualitaria. Nuestra salud sexual y reproductiva debe entender que en el caso de las personas con útero el derecho al aborto seguro protege nuestras vidas, al igual que en el caso de las personas intersexuales la interrupción de las intervenciones quirúrgicas y farmacológicas sin consentimiento garantiza nuestro derecho a existir. Preservar y promover nuestra salud mental amplía el ejercicio de nuestras potencialidades y garantizar el uso del nombre social reconoce nuestras identidades. Es a partir de las limitaciones de las construcciones sociales de los cuerpos y del descuido de la salud que proliferan cosas siniestras como las cirugías invasivas y no consentidas en las personas intersexuales desde, literalmente, su nacimiento, negando la existencia a las personas que nacen con configuraciones genitales y reproductivas diferentes al binario idealizado. Proponemos la ruptura de las cajas en las que nos han obligado a entrar.


Persistimos. Nos encontramos fuera de los espacios LGBTI+ mientras insisten en que nuestra identidad bisexual "no es lo suficientemente desviada", que "podemos disfrazarnos de heterosexuales" o que debemos "salir del clóset como gays y lesbianas". Somos esas personas toleradas cuando es interesante, raramente citadas y activamente excluidas de las decisiones de nuestra comunidad. La acogida frente a la exclusión social que la comunidad LGBTI+ proporciona generalmente no abarca a nuestra población, como podemos observar en nuestro alejamiento de varios de estos lugares al transitar por un no-lugar, hasta que nos encontramos con el movimiento bisexual o las raras excepciones verdaderamente bi-inclusivas de los movimientos mixtos. A pesar de ello, seguimos haciendo lo que muchos han hecho antes que nosotros: demarcar nuestra presencia y utilizar nuestra voz para llevar adelante nuestras agendas comunes. Durante décadas, los activistas y militantes bisexuales han luchado en primera línea junto a las personas lesbianas, gays y trans monosexuales, enfrentándose a la LGBTfobia y trabajando por nuestra comunidad. Pero también ha surgido la necesidad de que recorramos un camino como Frente Bisexual Brasileño autónomo, para que nuestra voz sea cada vez más escuchada y la bifobia sea reconocida y enfrentada. Que se conozca nuestra historia y se recuerden nuestros nombres como lo que realmente somos o fuimos: bisexuales. Respetar la verdad de nuestras vidas por encima de una noción binaria de la sexualidad. En nombre de Marielle Franco, de Renildo dos Santos y de tantos otros que se atrevieron a declararse bisexuales y a los que no se les debe faltar el respeto a su memoria.


Construimos. No somos una amenaza para las lesbianas y los gays. Estamos en alianza contra la heteronormatividad, sin embargo, aunque sufrimos opresiones en común con lesbianas y gays, la lucha contra la lesbofobia y la homofobia no acaba con todas nuestras luchas, porque sufrimos opresiones específicas como bisexuales. Nuestra existencia puede poner en cuestión las nociones de monosexualidad, pero no pretendemos impedir que las personas se sientan atraídas por un solo género. Queremos eliminar la norma de que cada persona sólo debe sentirse atraída por una. Tenemos que acabar con la idea errónea de que el género de la persona con la que mantenemos una relación redefiniría magicamente nuestra bisexualidad hasta algunos de los extremos binarios de la monosexualidad. No defina las relaciones o las muestras de afecto como heterosexuales, lesbianas u homosexuales, porque las relaciones no tienen orientación sexual. De hecho, tenemos todo el derecho a identificarnos como maricones y maricas, identidades que derivan de palabras dirigidas a nosotros para oprimir y que se utilizan como armas contra las personas que transgreden la heteronormatividad.


Desestabilizamos. La bisexualidad desafía todas las demás identidades al no tener límites, al igual que las personas intersexuales y trans, especialmente las no binarias, lo hacen con los géneros masculino y femenino. Asimismo, la bisexualidad desestabiliza la división binaria entre homosexualidad y heterosexualidad. Advertimos que hay un intento de vaciar el contenido combativo de las identidades LGBTI+, resumiendo la lucha al derecho al amor y subestimando las agendas sobre derechos sociales y políticos, como una vida digna, con autonomía y libre de violencia. El llamado derecho al amor es excluyente, ya que pretende domesticar las identidades desviadas. En nuestra lucha por la equidad, no podemos limitarnos a reproducir el estándar rígido y violento de la familia, basado en el patriarcado, la cisheteronormatividad, la endosexualidad, el capacitismo, el racismo y el capitalismo.


Descolonizamos La persona bisexual es múltiple, porque es en la pluralidad de cuerpos, deseos e ideas donde se amplía el potencial humano. Y de nuestro lado viene nuestro ideal de una sociedad libre y genuinamente plural, en la que los límites sólo los definimos nosotros. No es posible entender la bisexualidad desde una perspectiva monosexual. Las formas humanas de existir no encajan en normas, están atravesadas por los marcadores sociales que nos componen, sólo una perspectiva interseccional es capaz de abarcar el complejo en su totalidad. Afirmamos nuestra presencia en todas las etnias, pueblos y regiones brasileñas, e incluso apoyamos que los pueblos originarios retomen sus tierras explotadas y agotadas por el colonialismo. Brasil es una tierra indígena. La relación territorial de los pueblos indígenas nos enseña mucho sobre la pertenencia y la colectividad, que son pilares importantes de la organización política y revolucionaria. Al constatar la pluralidad de individuos bisexuales y monodisidentes, proponemos una mirada a la potencia de la diversidad. Es necesario descolonizar nuestra comprensión de la sexualidad, el género y la atracción. En un país continental de mayoría negra, el racismo impone situaciones de extrema violencia, definiendo qué cuerpos tienen derecho a la vida y al ejercicio de su sexualidad. No nos veamos bajo una óptica aséptica, racista y xenófoba, como si la mayoría de las personas bisexuales fueran mujeres blancas, cis, delgadas, sin discapacidades y de clase media alta.


Agregamos. La lucha bisexual siempre ha tenido y sigue teniendo el compromiso de ser inclusiva y de situarse en oposición a la cisheternormatividad, la endosexualidad y la corponormatividad. El movimiento político que hemos construido convoca a todos los monodisidentes, porque nuestros objetivos y agendas a menudo se fusionan. Nuestra acción es conjunta, ya que sólo así seremos lo suficientemente fuertes para la gran tarea que tenemos. Nuestros colores lo abarcan todo, no pretendemos definir ninguna otra identidad que exista o que pueda llegar a existir. Respetando todas las identidades monodisidentes, debemos añadir que no permitiremos que se afirmen de forma bifóbica. Por lo tanto, sólo la militancia bisexual puede definir lo que es la bisexualidad. Nuestra identidad es el fruto de mucha sangre, sudor y lucha.


Movilizamos. Invitamos a la persona militante cansada, a la que se cuestiona, a la joven monodisidente, a la que no tiene esperanza, a que se sume al conjunto de personas bisexuales y monodisidentes para caminar juntos, tomados de la mano, ya sea para abrazar a los necesitados, para avanzar contra los que nos agreden, o simplemente para resistir sabiendo que nunca estaremos solos. Cuando una parte de nosotros avanza, todo nuestro grupo debe avanzar en unidad. Nadie se queda atrás, porque cualquier opresión que afecte a alguien como nosotros afectará a todos los demás. Somos como los colores de una acuarela, podemos existir solos, juntos, separados o mezclados, todo para crear una imagen que nos represente y nos emancipe de las expectativas que no nos sirven, nunca nos han servido y nunca nos servirán.


Bisexualizamos. Somos personas para las que el género no es un factor determinante de la atracción sexual o afectiva. Actuamos en la organización de un movimiento bisexual que contempla nuestras especificidades, luchando para que nuestras sexualidades sean vistas como válidas. Nuestro activismo es político, porque entendemos que nuestra participación en la sociedad es transformadora y conocemos el papel de quienes tienen el poder de oprimirnos. Somos ranas, maricas, unicornios y bisontes, y levantamos la bandera rosa, morada y azul contra el cisheteropatriarcado. No buscamos la "normalidad". Queremos desvelar las jerarquías que definen cuáles son cuerpos desviados e intentan exterminar la fluidez y el cambio. El capitalismo no se ajusta a nosotros, porque anhelamos un horizonte de colaboración, donde la colectividad guíe nuestras vidas. El sistema que impone la monogamia como único modelo posible de relación, o como un modelo superior a los demás, no nos conviene porque impone una norma única y rígida a los afectos. El binarismo de género no nos sirve, ya que viola nuestros cuerpos y reprime nuestra existencia. Las políticas públicas actuales no nos representan, exigimos el acceso a la salud mental y física que tanto se nos niega, a una educación antibifóbica, al pleno empleo, a la cultura, al deporte, a los espacios de ocio, a una vida digna y libre de bifobia. Y por eso luchamos. Contra la vergüenza que nos imponen, contra el odio que nos separa, contra el apagamiento que nos hace daño. Luchamos por el orgullo, el respeto y la visibilidad. Luchamos por nuestras vidas. Y seguiremos ganando, porque la lucha bisexual, al igual que nosotros, no tiene fronteras ni conoce límites.


Brasil, 25 de septiembre de 2021


El Manifiesto Bisexual Brasileño fue leído por primera vez en directo durante la segunda edición online del Festival BI+ celebrada el 25 de septiembre de 2021 en el canal de YouTube del Frente Bisexual Brasileño.